¿Por qué exorcizar a México?
ROBERTO
O´FARRILL
verycreer.com
¿Por qué
hubo necesidad de practicar el Magno Exorcismo para México? Esta pregunta la he
escuchado mucho desde que el miércoles 20 de mayo, al mediodía, se celebró este
ritual en la catedral de San Luis Potosí en una celebración presidida por el
cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara, y monseñor
Jesús Carlos Cabrero Romero, arzobispo de San Luis Potosí, con la participación
de varios exorcistas, sacerdotes, seminaristas y laicos. La respuesta consta de
tres partes:
La primera
la responde la historia, cuando en 1226, en Arezzo, Italia, donde la población
vivía inmersa en una extrema violencia, san Francisco de Asís, vio que los
demonios habían infestado la ciudad provocando crímenes entre la población; en
consecuencia, envió al hermano Silvestre con la indicación de expulsar a los
demonios. Luego de que Silvestre ordenara “De parte de Dios y por mandato de
nuestro padre Francisco, salgan, demonios todos, de aquí”, la ciudad volvió a la
paz y al orden.
La segunda
la respondió el mismo demonio, cuando en 2013, en la plaza de San Pedro del
Vaticano, el 19 de mayo, Domingo de Pentecostés, a dos meses del inicio del
pontificado de Francisco, el Padre Juan Rivas logró acercarle al Papa a un
mexicano que padece una posesión de cuatro demonios. De aquel encuentro, el
Padre Rivas refiere: “El Papa saludó a Ángel, éste le besó el anillo pontificio
y en ese momento cayó en trance. Entonces le puso las manos en la cabeza y se
escuchó un alarido como el rugido de un león. Los que estabábamos allí lo
escuchamos perfectamente; el Papa también lo oyó, los encargados de su
seguridad y una niña que estaba a nuestro lado. A pesar del rugido espantoso,
el Papa no se dejó impresionar y siguió con su oración, como si ya antes
hubiera afrontado situaciones similares”. Tras el providencial encuentro, el
Padre Rivas llevó a Ángel con el Padre Gabrielle Amorth -Decano de los
exorcistas- para que lo liberara de la posesión. Durante el exorcismo, los
demonios confesaron que la violencia en México está relacionada con el aborto y
que “habrá tantos crímenes violentos como abortos existan”.
La tercera
la deben responder las autoridades civiles, pues cuando a iniciativa del
gobierno del Distrito Federal -que actuó deliberada e irresponsablemente- se
liberó el aborto a partir de abril de 2007, también se provocó una infestación
demoniaca como no se había padecido desde antes del acontecimiento guadalupano
de 1531. Las autoridades, además, no cesan de promover los abortos entre la
población joven.
En un
Mensaje difundido el 12 de noviembre de 2014, el cardenal Sandoval invitó a los
obispos de México y al Presbiterio a consagrar sus comunidades al Sagrado
Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María en un acto de desagravio por
la grave ofensa cometida contra Dios y contra la vida humana. En su Mansaje, el
Cardenal hace ver que “nuestra Patria atraviesa por momentos difíciles, debido
a la corrupción generalizada, con la complicidad de las Autoridades con el crimen
organizado, que ha crecido en forma alarmante, generando extorsiones,
desapariciones y asesinatos. Existe otra masacre silenciosa: la del aborto de
miles de niños que son destrozados en el vientre de sus madres; crimen enorme
que en algunos lugares hasta está protegido por la Ley”. El mensaje concluye
con una afirmación precisa: “Si el corazón de los mexicanos no cambia, no
cambiarán las estructuras de pecado”.
El acto
religioso de desagravio se celebró el 12 de diciembre de 2014 en la catedral
primada metropolitana de la arquidiócesis de México cuando en la Santa Misa, el
cardenal Juan Sandoval Iñiguez consagró México al Sagrado Corazón de Jesús y al
Inmaculado Corazón de la Virgen María.
Quedaban
pendientes tres asuntos: el primero, celebrar el Magno Exorcismo de México a
fin de liberar el territorio de la infestación demoniaca. Esto también ya se
concretó el 20 de mayo en la catedral de San Luis Potosí.
Ahora sólo
quedan dos pendientes: el primero es derogar la ley maldita que auspicia y
promueve la muerte de inocentes en el seno materno mediante los abortos. El
segundo es que cada mexicano se proponga deponer actitudes de violencia para
disponerse a un proceso de conversión a Dios, pues la lucha de la Santísima
Virgen María contra Satanás no debe librarla ella solita, sino con la participación
de todos sus hijos.
Además de
estos acontecimientos -que por sí mismos son elocuentes- es preciso indicar que
cuando la Iglesia se ve en la necesidad de practicar el Magno Exorcismo en un
territorio es porque el mal se ha extendido estrepitosamente, como está
sucediendo en México.
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